PRENSA

Prejuicios que ya son milenarios. Por Mario Mactas*

El factor judío es parte del genoma argentino. El país contiene distintas corrientes migratorias, como la española e italiana, entre muchísimas otras. Los prejuicios contra el judaísmo son milenarios y es algo que ocurre en todo el mundo; lo que no quiere decir que exista necesariamente una persecusión. La intervención de distintas personalidades judías en el campo político, literario y artístico demuestra la amplitud y la aceptación a distintas visiones religiosas en el país. Hay un grado de antisemitismo y corresponde a raíces milenarias que no tienen fin, ni siquiera con el pedido del papa Juan Pablo II, quien en una de sus homilías rogó por el fin de las calamidades contra el pueblo judío. Durante mi educación en el colegio Nacional de Buenos Aires sufrí algún comentario sobre mi religión, pero no lo considero como un rasgo grave de antisemitismo. En cambio, en colegios exclusivos para judíos, la situación es distinta porque deben estar vallados para proteger a los alumnos de los ataques que incluso ocurren a la luz del día. Quizas porque no viví una vida como judío religioso, sino como una familia judía inmigrante, no padecí ninguna agresión. Pero la condición de judío no tiene que ver con la religión, sino con pertenecer a un pueblo que existe en distintos lugares del mundo. Todos los clichés con respecto a los judíos, como de tratarnos de avaros, poco solidarios e individualistas son falsos. Algunas personas tienen la necesidad de odiar a otras y dan por cierto algo que no es. Generan ideologías basadas en la ignorancia por no aceptar las diferentes formas del ser humano. *Periodista y escritor.