PRENSA

Discurso del Presidente de la DAIA, Aldo Donzis. Acto Conmemorativo de la Shoá, Embajada del Reino Unido

Señora Embajadora, queridos sobrevivientes, señoras y señores,

Estamos reunidos hoy con el objeto de conmemorar la Shoá, recordar a los seis millones de mártires y rendir homenaje a los sobrevivientes que nos acompañan, y que constituyen un símbolo del coraje, del compromiso con la vida y de la transmisión del horror vivido a las nuevas generaciones.

Nos vuelve a convocar, al igual que en otras embajadas, el sagrado ejercicio de la memoria.

En este caso, a diferencia de muchas otras conmemoraciones, lo hacemos en la representación diplomática de una nación que no fue ocupada por las tropas del Tercer Reich, sino que combatió al régimen nazi, ofrendando tantas vidas jóvenes en los frentes de batalla y cuya población civil sufriera horrorosos bombardeos sobre Londres y otras importantes ciudades, que costaran numerosas vidas.

“Sangre, sudor y lágrimas es lo único que les puedo prometer”, había señalado el Primer Ministro Winston Churchill en su célebre discurso a la nación. Y ello fue así a partir de 1939, cuando Gran Bretaña le declaró la guerra al Eje tras la invasión nazi a Polonia. La ciudadanía se movilizó con valor y solidaridad para sumarse al esfuerzo de guerra.

En mas de una ocasión hemos señalado que si se puede hablar de guerra justa, eso fue el combate contra el régimen que encarnaba el mal absoluto y que de haber salido triunfante hubiera convertido al mundo en una inmensa cárcel, implantando un régimen genocida de alcance planetario.

En esta ocasión rendimos homenaje a los heroicos combatientes británicos de la Segunda Guerra Mundial, que, junto a sus pares de otras nacionalidades, inmolaron sus vidas enfrentando a las hordas nazis.

El pueblo judío, celoso cultor de la memoria, no los olvidará.

Poco después que Hitler llegara al poder en enero de 1933 , miles de judíos afluyeron en masa a Gran Bretaña, que tenía una larga tradición como asilo de refugiados. Sin embargo, el gobierno hizo difícil su ingreso. Las organizaciones judías ofrecieron hacerse cargo del sustento de cada refugiado judío, y que ninguno de ellos se transformaría en una carga para el estado.

De hecho, hasta fines de 1939, las entidades judías británicas apoyaron totalmente a los miles de refugiados judíos que llegaron.
En noviembre de 1938, con posterioridad al pogrom de la Kristallnacht, se organizó el traslado a Inglaterra de miles de niños y adolescentes judíos de Alemania, sin sus padres, a quienes no se les otorgó visas. Hasta el comienzo de la guerra en setiembre de 1939 alrededor de 10.000 niños llegaron en los trenes del Kindertransport.

Muchos de ellos jamás volvieron a ver a sus padres.

Señoras, señores,

Esta noche estamos honrando la memoria de los mártires de la Shoa, un millon y medio de ellos niños.

Recordar es un deber sagrado. Pero recordar no puede ni debe ser un mero hecho conmemorativo. Recordar es educar a las nuevas generaciones, intentando poner en palabras aquello que las palabras no pueden describir.

¿Cómo explicarle a los jóvenes educandos que hace menos de siete décadas se ejecutaba a niños frente a sus padres, por su sola condición de judíos?

¿Cómo explicarles qué las potencias que combatieron al nazismo, fueron indiferentes a la persecución y se negaron a bombardear las vías férreas que conducían a Auschwitz, privilegiando otros objetivos de interés estratégico?
El salvamento de judíos fue una meta secundaria en el objetivo de vencer al régimen nazi.

El exterminio destruyó millones de vidas humanas, pero también aniquiló la conciencia moral de aquellos que nada hicieron para impedirlo.

Resulta doloroso y profundamente agraviante que persistan en su accionar perverso aquellos que pretenden negar o banalizar la Shoa, incluso en nuestro país, diseminando mentiras que incitan al odio y que lo único que pretenden, bajo ropajes seudo académicos, es retomar la siniestra tarea persecutoria del nazismo.

A quienes adoptan ese camino les advertimos que no dejaremos de denunciarlos para que sean exhibidos como lo que son, nazis, enemigos de la democracia y la diversidad, y para que se les aplique la legislación antidiscriminatoria vigente.

Señora Embajadora, queremos expresarle nuestro reconocimiento y complacencia por abrir las puertas de su residencia para este acto de significativa trascendencia y profunda emotividad. Sabemos que compartimos un vigoroso compromiso con los valores democráticos, con el respeto a la diversidad y el pluralismo y con una férrea oposición al racismo, la discriminación y el antisemitismo.

Toda violación de los derechos humanos, toda persecución, todo genocidio tiene tres categorías de personas: los perpetradores, las víctimas y los testigos.

Debemos asumir el compromiso irrenunciable de no ser jamás testigos indiferentes, de ser siempre denunciantes de los perpetradores y protectores solidarios de sus víctimas.

Así y solo así honraremos el compromiso sagrado con el legado de nuestros mártires.