PRENSA

Discurso del presidente de DAIA en acto de Iom Hashoá 2011

Primo Levi y Elie Wiesel estuvieron en Auschwitz en el mismo tiempo, sin conocerse. Años después establecieron un vínculo que se sostuvo en el tiempo y se quebró abruptamente con el suicidio de Levi en 1987. Wiesel nos interpela señalando que desde entonces ha estado atormentado por la convicción de que se puede morir en Auschwitz después de Auschwitz.

Señoras, señores, queridos sobrevivientes,

El exterminio de seis millones de judíos, un millón y medio de ellos niños, fue tan premeditado y grotesco en su diseño y planificación, tan monstruoso y perverso en su dimensión y tan sistemático en su ejecución que lo hace singular y único en los anales de la maldad humana.
En los campos había solo dos categorías de personas, los que mataban y
los que estaban destinados a morir.

La Shoá germinó en una de las sociedades más cultas de Europa. El odio antisemita fue la fuerza motriz que alimentó la discriminación, las deportaciones, el exterminio, fue lo que permitió asesinar a niños frente a sus padres, a padres frente a sus hijos. Las palabras se resisten a explicar lo inexplicable, a encontrar calificativos para describir lo indescriptible.

Nos viene a la mente rostros de niños llevados a las cámaras de gas o ejecutados a balazos frente a fosas comunes que sus propios padres fueron obligados a cavar.

Jamás ha existido un pueblo tan abandonado en los momentos de infortunio, cuando clamaba por ayuda y rescate. Incluso al finalizar la guerra, nuestros hermanos no tenían una patria adonde ir, y en muchos casos ni siquiera la propia patria donde retornar.

La aniquilación del judaísmo europeo fue posible no sólo por la masividad de los crímenes y la tecnología del terror, sino por la complicidad de la indiferencia, la conspiración del silencio y por sobre todo la adopción por parte de un Estado de la ideología del odio. Todo comenzó con la enseñanza del desprecio, la demonización y deshumanización del otro, del judío, del diferente.
Cómo nos señalara Yehuda Bauer, “el Holocausto debiera ser recordado no porque les ocurrió a los judíos, sino por lo que nos enseña sobre la Humanidad.”

Año tras año nos congregamos para recordar y honrar a las víctimas, pero al mismo tiempo nunca olvidaremos ni perdonaremos a los verdugos, a los cómplices, a los colaboracionistas que, incluso con mayor entusiasmo que sus amos del Tercer Reich, participaron en las deportaciones, en los vejámenes, en las torturas y en las ejecuciones masivas.

Año tras año queremos creer, abrigamos la esperanza que el germen del odio antijudío esté en retroceso, que se encamine a su extinción.
Y año tras año la realidad nos indica que la bestia no ha muerto, que tiene seguidores, patéticos aspirantes a genocidas, negadores de la Shoá, peligrosos propagadores del odio y la incitación a pogroms.

Debemos rechazar el ver a la Shoá exclusivamente como un episodio abominable de la historia.

No es suficiente que las personalidades públicas, los dirigentes políticos y sociales, los comunicadores, acompañen la recordación periódica y el homenaje a las víctimas. La responsabilidad de ejercer la memoria va mas allá de la recordación, exige la denuncia de todo hecho discriminatorio, de la violación de los derechos humanos, de cada acto judeofóbico, de la incitación al odio y a la destrucción del Estado de Israel, de quienes pretenden burdamente disfrazar de antisionismo su más rancio antisemitismo.

Cuando hablamos de memoria del pasado con compromiso con el presente y el futuro, no cabe la indiferencia ni la neutralidad.

Nos preocupan hechos que ocurren y se reiteran en nuestro país y en el exterior que son ignorados por buena parte del tejido político y social que muestran el odio judeofóbico inserto en la sociedad ¿ Como explicar sino, el silencio y la falta de reacción ante las masivas violaciones de los derechos humanos en Libia, en Siria, donde regímenes dictatoriales masacran a sus propios conciudadanos civiles indefensos, ejerciendo el terrorismo de Estado, que los argentinos hemos sufrido dolorosamente en carne propia?
¿Dónde están las manifestaciones de protesta, las solicitadas, los encendidos discursos de denuncia por las masacres contra civiles? La respuesta es una, no intervino en estos hechos el Ejército de Defensa de Israel. Ahí sí hubiésemos visto expresiones instantáneas de condena.

Constituye una burla siniestra que precisamente Siria, de no mediar una vigorosa oposición de las naciones democráticas, se constituya en miembro del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Instamos a nuestro gobierno y a los gobiernos respetuosos de los derechos humanos a votar el próximo 20 de mayo en contra de dicha incorporación.

Cincuenta años después del histórico y ejemplar juicio a Eichmann, el arquitecto del exterminio, seguimos asistiendo al odio antijudío en diversos países, predicado desde púlpitos religiosos , desde estrados políticos de las mas altas magistraturas, a través de Internet, los blogs, las redes sociales, los mensajes anónimos a medios de comunicación.

Proliferan blogs y paginas web, de dominio argentino, que niegan la Shoa e incitan al odio con supercherías antisemitas de vieja data, llaman a la destrucción de Israel y pretenden envenenar a nuestros jóvenes, principales usuarios de las redes sociales. En sitios de Internet destinados a la venta on line se ofrecen libros, material gráfico y audiovisual de apología del nazismo, violentando la ley antidiscriminatoria vigente.
Desde la DAIA venimos denunciado, trabajando, luchando y lo seguiremos haciendo por cada hecho, cada ataque, cada difamación.

El ataque antisemita mas grave desde la Shoá, el cometido aquí en Buenos Aires en la calle Pasteur continúa impune, con concretas imputaciones contra funcionarios y ex funcionarios oficiales iraníes. Es sumamente grave que en nuestro país haya personajes que pretendan amparar a prófugos de la justicia argentina, agraviando con su actitud la memoria de las víctimas del terrorismo fundamentalista, a sus familiares y a la sociedad toda.

Hemos visto las noticias de hoy, así como a través de los años se siguen encontrando a los asesinos nazis, los responsables de los asesinatos del terrorismo internacional tampoco tienen lugar en la tierra donde ocultarse.

Señoras , señores,

Todos los mártires fueron héroes y todos los héroes fueron mártires. Sobrevivir y conservar la dignidad humana en los guetos y en los campos constituyó un acto de heroísmo. Queridos sobrevivientes, en ustedes honramos a todos aquellos que atravesaron el horror, y que a pesar de todo sólo expresan palabras de fe, de esperanza, de amor. Fue heroísmo permanecer humanos ante tanta inhumanidad.

No podemos enseñar a las personas a ser héroes, pero podemos y debemos educar a nuestros jóvenes a emular el heroísmo, a través del compromiso activo en pro de la diversidad, en romper el silencio y elevar la voz por los perseguidos, los discriminados, los oprimidos.

Todos debemos aprender las lecciones de Auschwitz.

El pecado de la indiferencia y la conspiración del silencio, precursoras de la inacción, posibilitaron el exterminio de un tercio del pueblo judío, y de tantas víctimas de genocidios.
La indiferencia juega siempre a favor del victimario.

Una de las lecciones básicas que nos brindó la Shoa es que ignorar los mensajes de odio, minimizar el peligro que representan las palabras discriminatorias y ofensivas, pavimentó el camino a Auschwitz.

Convocamos a nuestros conciudadanos de diversos credos a trabajar mancomunadamente por estos ideales, para erradicar el antisemitismo y toda forma de discriminación, racismo y xenofobia y así garantizarle a nuestros hijos y nietos una sociedad inclusiva, multifacética, donde no tengan cabida los propagadores de este germen maligno.

Nunca permitamos banalizar el Holocausto, se estaría banalizando de esta manera la destrucción masiva de un pueblo.

Queridos sobrevivientes, nuestro compromiso sagrado es hacer de vuestra memoria personal la memoria colectiva, y transmitirla de generación en generación.

No nos congrega sólo un acto de recordación, sino un recordatorio para actuar. La memoria debe constituirse en compromiso para impulsar aquellos principios y valores que vemos reflejados en los combatientes del Gueto de Varsovia, que no pretendían la derrota del ejército nazi, sino la victoria de la dignidad humana. Recordar no es vivir en el pasado, sino construir un mundo mejor para que el pasado de nuestros abuelos no se constituya jamás en el futuro de nuestros nietos.

Nunca más la intolerancia.
Nunca más la indiferencia.
Nunca más el silencio.
Nunca, pero nunca más