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Eichmann quiso salir del anonimato para contar su versión del nazismo

Durante más de una década después de la II Guerra Mundial, su paradero fue oficialmente desconocido. Adolf Eichmann, el principal arquitecto del Holocausto, había escapado de un campo de prisioneros de guerra estadounidense, pasado a Italia y abordado un barco con destino a la Argentina.

El gobierno de Alemania Occidental, ocupado en la reconstrucción del país y en rehabilitar su reputación, supo por lo menos desde 1952 dónde vivía Eichmann, pero nunca hizo un esfuerzo real para llevarlo ante la justicia.

Ahora un nuevo libro afirma que Eichmann había querido volver a su país y reclamar su lugar en la historia varios años antes de ser capturado por la inteligencia israelí en 1960 y ser juzgado en Jerusalén.
En 1956, Eichmann escribió una carta abierta al canciller de Alemania Occidental, Konrad Adenauer.

“Es hora de renunciar a mi anonimato y presentarme”, escribió Eichmann, que entonces vivía bajo el nombre de Ricardo Klement en un suburbio de Buenos Aires. “Nombre: Adolf Otto Eichmann. Ocupación: SS Obersturmbannfuhrer a. D (teniente coronel).” La carta supuestamente debía ser publicada por una empresa argentina con simpatías nazis pero nunca vio la luz. Fue descubierta en los archivos del Estado alemán por la historiadora Bettina Stangneth de Hamburgo, cuyo libro, Eichmann antes de Jerusalén, se publica esta semana en Alemania.

En la carta a Adenauer, Eichmann, en aquel momento de 50 años, sugiere que se le debe permitir volver para contarles a los jóvenes alemanes qué había ocurrido realmente bajo el régimen de Hitler.

“Cuánto me dejará vivir el destino, no lo sé, pero sí sé que alguien tiene que hablarles a las generaciones futuras sobre estos acontecimientos”, decía, sin mencionar que “estos acontecimientos” incluían el asesinato masivo de millones de personas. “Tuve un papel importante en la conducción y dirección de esos programas”, agregaba.

Eichmann dirigía la “sección judía” de la oficina central de seguridad del Reich, la organización SS responsable de combatir a los “enemigos del Reich”. En la práctica, la misión de Eichmann era decidir cuál era la mejor manera de deportar a los judíos a los campos de concentración. Le daba mucho placer tratar de imaginar la manera más rentable y efectiva de ejecutar un asesinato masivo: fueron él y su unidad los que concibieron la idea de que las autoridades y la policía despojaran a las víctimas de sus pertenencias antes de la deportación.

Stangneth dijo que a Eichmann no le gustaba la humilde vida que llevaba en la Argentina, donde criaba conejos. Ansiaba el poder y el reconocimiento de que había gozado en el Tercer Reich. “Es por eso que escribió la carta a Adenauer, porque quería ser famoso”, dijo Stangneth. “Quería reclamar su papel en la historia junto a Adolf Hitler. ” Casi cincuenta años después que Eichmann fue ahorcado en Israel, en Alemania surgen incómodas preguntas sobre el papel del país en llevarlo o no a la justicia. Una serie de artículos de la revista Der Spiegel hace poco sugerían que los agentes secretos de Alemania Occidental sabían perfectamente dónde estaba Eichmann luego de su fuga, pero nunca se les ordenó que lo recapturaran.

Tras el secuestro de Eichmann por el Mossad en mayo de 1960, el gobierno de Adenauer convocó a una reunión de crisis, donde se acordó que este debía hacer lo posible para dejar en claro que “Eichmann era un lugarteniente de las SS de Himmler” y que no era un agente autorizado de Alemania.

A un funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores se le atribuye haber dicho que era crucial que “las principales figuras de Alemania Occidental” no se vieran perjudicadas por el juicio.

La última edición de la revista sostiene que Adenauer personalmente envió un agente del servicio secreto alemán, el BND, a seguir el juicio a Eichmann en Jerusalén.

Adenauer le dijo a un espía llamado Rolf Vogel que observara el juicio disfrazado de periodista e influyera en él cuando fuera posible.

“Debes ir al juicio a Eichmann a pedido mío”, escribió Adenauer, según documentos secretos descubiertos por Der Spiegel , que califica al envío de Vogel como “una de las operaciones del servicio diplomático/secreto más delicadas de la historia de Alemania Occidental”.