PRENSA

Ya rige la prohibición de la burka en Francia y hubo protestas y arrestos

En plena “primavera árabe” y con el presidente Nicolás Sarkozy bombardeando en Libia en nombre de los civiles, comenzó ayer a regir en Francia la controvertida prohibición de usar la burka y la nikab, que cubre a una mujer musulmana de la cabeza a los pies. El “Velo integral” no será permitido y el Ministerio del interior ha autorizado a la policía a cobrar una multa de 150 euros aquellas que se atrevan a usarla.

Esta ley, dictada en Francia oficialmente para sólo 2.000 personas, aunque la policía contabilizó en todo el país 350 mujeres con burka, no tuvo un buen debut.

Dos musulmanas con nikab protestaron ayer a la mañana frente a la catedral de Notre Dame, en París, y fueron detenidas por la policía “por falta de autorización” para esa manifestación y su resistencia a dejar de hacerla.

Los fotógrafos siguieron a las dos mujeres hasta la combi policial, junto a dos hombres que las acompañaban y que también fueron arrestados.

Kenza Drider, una de las detenidas, envuelta en su nikab beige con velo negro sobre la cara, dijo que pagará las multas pero la seguirá usando.

En su primer día de implementación, la decisión de detenerlas viola la recomendación de “persuasión” del ministro del Interior, Claude Guéant. Una circular de nueve páginas, que se conoció a través del diario conservador Le Figaro , fue redactada por Gueant para explicar cuáles son los procedimientos. “Los policías deberán indicar a “las personas que disimulan su rostro que el juez de proximidad podrá pronunciar una multa o imponer un curso de ciudadanía”, sostiene.

La ley sanciona a quien lleve una vestimenta, “cualquiera sea su forma, que tenga por efecto disimular el rostro o volver imposible la identificación de la persona. Por ejemplo, un vestimenta que no les deja aparecer más que los ojos”. Es decir, la nikab, muy usada por las mujeres del Golfo Pérsico porque es una tradición del islam wahabita, que promocionan los sauditas. La burka es una costumbre tribal pashtún y no musulmana, más común en Afganistán y la zona tribal entre ese país y Pakistán, que se ha exportado mínimamente al Magreb africano por los militantes de la guerra santa y es usado, aisladamente, en el sur de Francia.

En pleno debate sobre el islam, con cinco millones de musulmanes que se sienten estigmatizados en Francia porque consideran que cuestionan su libertad religiosa y son “un chivo expiatorio” del gobierno ante el avance del xenófobo Frente Nacional, la circular impide que la burka o la nikab les sea retirada a la fuerza. La policía debe invitar a esa persona a “mostrar su rostro a fin de controlar la identidad”. Si lo rechaza, podrá ser trasladada “a los locales de la policía y proceder a una verificación de identidad”. Guéant recomienda a la policía “no recurrir a esta facultad más que como último recurso” y “hacer prueba de persuasión”.

La prohibición del “velo integral” se extiende a los transportes colectivos, los restaurantes, teatros, cines, estacionamientos, alcaldías, servicios públicos, hospitales, clínicas y laboratorios, museos, bibliotecas, estadios y salas de deportes. Se autoriza el uso de Burka y Nikab en el automóvil pero no al volante, en lugares privados, en habitaciones de hotel, en salones de una asociación o una empresa, salvo en la recepción al público.

No se puede impedir el velo en un lugar de culto. Pero al mismo tiempo, en otra controvertida interpretación de una circular, las mujeres que usen velo –no integral sino simplemente uno que les cubra la cabeza– no podrán participar en las salidas escolares del colegio de sus hijos.

La nueva ley no es considerada “una prioridad” por los sindicatos policiales porque “es una simple contravención”. Varios policías entrevistados en los suburbios de París, donde una ínfima minoría la usa, consideran que es una forma “de echar aceite al fuego”.

Esta legislación va a condenar a muchas mujeres musulmanas al encierro en su casa y muchas otras ya se han ido al exilio en Arabia Saudita o el Golfo. Otras se han resignado a usar solamente un foulard en la cabeza.

Para el ex ministro de inmigración Eric Besson, la burka es como “un ataúd ambulante”. Para Sarkozy es un “signo de esclavitud”.

Si bien los franceses defienden esta ratificación de su secularismo y su protegida laicidad, otras sociedades europeas se asombran de una legislación que veda la libertad de culto y de vestirse como mejor les agrade.
La decisión legislativa de prohibir la burka se implementa en un momento delicado. El motor de las “revoluciones árabes” no es sólo derrocar a los tiranos. Es una batalla contra los estereotipos con que los occidentales juzgan al Islam y a los musulmanes.