PRENSA

Advierten sobre la presencia de Al-Qaeda en Brasil

Por lo menos 20 destacados miembros de grupos extremistas musulmanes como Al-Qaeda, Hezbollah y Hamas se han refugiado en Brasil, desde donde divulgan propaganda, recaudan dinero, reclutan militantes y planean atentados, denunció ayer la revista de noticias Veja .

Según documentos del ahora desarticulado servicio antiterrorista de la policía federal, además de informes de la CIA e Interpol a los que tuvo acceso la publicación, el principal sospechoso que estableció base en el país es el libanés Khaled Hussein Ali, uno de los supuestos jefes del aparato propagandístico de Al-Qaeda. Es propietario de un cibercafé en el barrio Itaquera de San Pablo, donde se instaló a mediados de los 90, se casó y tiene una hija brasileña.

«Desde San Pablo, el libanés coordina a extremistas del Batallón Mediático Jihad en 17 países. Los textos o videos de los discípulos de Osama ben Laden sólo son divulgados mediante su aprobación. La regla también vale para las traducciones de los discursos del terrorista saudita y para los videos subidos por los extremistas a Internet», afirmó la revista.

Apodado «Príncipe», Hussein Ali fue seguido durante varios meses por la policía federal hasta que fue arrestado en marzo de 2009. Se le confiscó una computadora con mapas de Afganistán, mensajes a sus «hermanos combatientes» y material que incitaba al odio contra judíos y negros en Estados Unidos. Pasó 21 días en prisión, acusado de racismo e incitación al crimen, pero no fue procesado por terrorismo porque el Código Penal brasileño no prevé esa figura, por lo que finalmente fue liberado.

«Los terroristas se aprovechan de la fragilidad de la legislación brasileña», declaró Daniel Lorenz, ex jefe del Departamento de Inteligencia de la policía federal y actual secretario de Seguridad de Brasilia.

La investigación de Veja destaca también que son frecuentes los viajes a Brasil del iraní Mohsen Rabbani, ex consejero cultural de la embajada de Irán en Buenos Aires y uno de los principales acusados por la justicia argentina del atentado contra la AMIA en 1994, en el que murieron 85 personas. Rabbani, que todavía es funcionario del gobierno iraní, tiene un hermano en Curitiba al que visita utilizando documentos falsos; la última vez, en septiembre pasado.

Según informes de la Agencia Brasileña de Inteligencia (ABIN), durante sus viajes, Rabbani reclutó a por lo menos 20 jóvenes de los estados de San Pablo, Pernambuco y Paraná para cursos de «formación religiosa» en Teherán. «Sin que nadie lo perciba, está surgiendo una generación de extremistas islámicos en el país», advirtió el procurador general de la República, Alexandre Camanho de Assis.

Otros de los supuestos terroristas que viven en Brasil como ciudadanos comunes son los egipcios Hesham Ahmed Mahmoud Eltrabily y Mohammed Ali Abou Elezz Ibrahim Soliman, quienes en su país de origen enfrentan cargos por la matanza en las ruinas de Luxor, en 1997, que dejó 62 muertos.

Con pedido de captura de Interpol, Eltrabily y Soliman -miembros de Al-Gama’a al-Islamiyya, grupo subordinado a Al-Qaeda- también fueron detenidos por las autoridades brasileñas en 2002 y en 1999, respectivamente, pero luego el Supremo Tribunal Federal negó su extradición al alegar errores de instrucción en el proceso y que las pruebas presentadas en su contra no eran suficientes. Mientras Eltrabily vende hoy electrodomésticos en la Galería Pagé de San Pablo -conocida por sus productos de contrabando-, Soliman vive en Foz do Iguaçu, donde posee un negocio de artículos electrónicos.

Allí, en la Triple Frontera entre la Argentina, Brasil y Paraguay, operan hace años células del grupo libanés Hezbollah y del palestino Hamas, que según Veja proporcionan pasaportes falsos de Brasil, Portugal, México y España a militantes que llegan de Medio Oriente.

Uno de los informes de la CIA al que tuvo acceso la revista señala que durante su interrogatorio en Guantánamo, el saudita Abu Zubaydah, encargado de reclutar para Al-Qaeda, reveló que dos brasileños convertidos al islam, Alan Cheidde y Anuar Pechliye, de San Pablo, recibieron entrenamiento de combate en Afganistán y luego, en Brasil, colaboraron para conseguir en la Triple Frontera documentos falsos para miembros de la red.

Fue a raíz de esa información que en junio de 2005 la policía federal arrestó a 21 extremistas de Foz do Iguaçu, encabezados por el libanés Chaim Baalbaki y el jordano Sael Basheer Yahya Najib Atari, que tenían en su poder 1206 pasaportes falsos; fueron acusados de falsedad ideológica y adulteración de documentos.

Se descubrió que también habían arreglado casamientos de militantes extranjeros con madres solteras brasileñas, a las que les pagaban unos 500 dólares. Luego reconocían a sus hijos como propios y ganaban así la residencia y la garantía de que no fueran extraditados.

Oficialmente, el gobierno brasileño siempre ha negado la actividad de estos grupos extremistas en su territorio, aunque sí admite que hay grandes flujos de dinero de la comunidad libanesa residente en Brasil hacia Medio Oriente.