PRENSA

Firman una condena al racismo y la xenofobia

El Estatuto de la ciudadanía, que intenta alcanzar avances en la defensa de los derechos sociales de los migrantes y la libre circulación de las personas entre los distintos países del bloque, figuraba entre los puntos que habían marcado como importantes los encargados de obtener coincidencias antes de la llegada de los mandatarios a la Cumbre del Mercosur. Ese empeño tuvo éxito, y se firmó una declaración al respecto, aunque desde el punto de vista argentino tuvo algún perfil de política interna.

El Gobierno argentino fue quien más impulsó esa resolución. El objetivo se alcanzó y ayer al mediodía, los presidentes del Mercosur emitieron una serie de declaraciones. Pero la que repudia cualquier acto vinculado a la xenofobia fue interpretado por los funcionarios argentinos como un golpe directo al corazón macrista, después de los sucesos vividos en Villa Soldati y los dichos sobre la “inmigración descontrolada”, surgidas desde la boca del jefe de Gobierno porteño.

“La presidenta y los presidentes de los estados parte del Mercosur y estados asociados reiteran s u más profunda condena y repudio a todo acto de racismo, discriminación y xenofobia”, reza la declaración firmada por los mandatarios.

Y manifiesta que los gobiernos “ratifican la necesidad de garantizar el respeto y la promoción de los derechos humanos de los trabajadores migrantes y de sus familias, independientemente de su nacionalidad, condición migratoria, origen étnico, género, identidad o cualquier otra consideración discriminatoria”. Así lo firmaron los presidentes presentes en esta XL Cumbre del Mercosur.

Cristina Fernández de Kirchner estuvo pocas horas en Foz de Iguazú: no alcanzó a tener su bilateral ansiada con Dilma Rousseff, se conformó con los abrazos y un encuentro más emotivo que productivo con Lula, esquivó cualquier cruce con el presidente paraguayo Fernando Lugo y cargó en una de sus múltiples valijas, una declaración regional que impulsó su canciller y que siente como un aval, frente a su poco querido “vecino de enfrente”, como llamó la semana pasada al actual inquilino de Bolívar 1, Mauricio Macri.