PRENSA

El vínculo con Irán, caballito de batalla de la oposición

En medio de la campaña electoral, el acercamiento propiciado por el presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, con Irán se ha vuelto munición para la oposición brasileña, que busca qué criticar en la política exterior del actual gobierno y desacreditar así a la candidata oficialista, Dilma Rousseff, la gran favorita.
En sus titulares, los periódicos replican en sus portadas la controvertida sentencia a muerte por apedreamiento de Sakineh Ashtiani, condenada por adulterio en Teherán, y tanto el candidato José Serra, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), como la aspirante del Partido Verde, Marina Silva, lanzan ataques contra el régimen de Mahmoud Ahmadinejad, considerado «amigo» por Lula.
«Se trata todo de derechos humanos. Matan a mujeres a pedradas, arrestan a periodistas y cuelgan a disidentes por el simple hecho de pensar distinto. En mi gobierno vamos a rechazar eso», afirmó la semana pasada Serra durante un acto de campaña.
Hace unos pocos meses, Lula buscó personalmente mediar entre Irán y Estados Unidos en el conflicto por el polémico programa nuclear iraní, pero el acuerdo que tejió junto con Turquía fue rechazado por el gobierno de Barack Obama. Al final, las Naciones Unidas impusieron nuevas sanciones económicas contra el régimen de Teherán.
«Lula causó sorpresa interna y en la comunidad internacional al acercarse al gobierno de Irán, que no respeta los derechos humanos y que tiene un régimen de gobierno que deshonra su propia democracia», indicó por su parte Silva, ex ministra de Medio Ambiente de la actual administración.
El propio Lula intentó bajar la intensidad del debate en la sociedad ofreciendo a Irán dar asilo a Ashtiani, pero éste fue denegado (ver aparte). Incluso la premio Nobel de la Paz iraní Shirin Ebadi acusó al gobierno brasileño de ser ambiguo en su defensa de los derechos humanos.
Ashtiani fue condenada en 2006 por haber tenido una «relación ilícita» con dos hombres y recibió 99 latigazos como parte de su sentencia. Luego fue condenada por «adulterio» (cargo que ella niega) y fue sentenciada a ser apedreada hasta morir.
La defensa del canciller
El fin de semana pasado, en una columna en el diario Folha de S. Paulo, el canciller Celso Amorim intentó frenar la lluvia de críticas y señaló que las condenas públicas de otros Estados no son muy eficaces para resolver cuestiones de violaciones de derechos humanos.
Lo cierto es que no es la primera vez que la política exterior brasileña es blanco de críticas por su postura ante los derechos humanos. El propio Lula ya había causado mucho revuelo aquí cuando comparó a los disidentes cubanos presos con delincuentes comunes y pidió respeto para la justicia de Cuba. Sus buenas relaciones con Fidel Castro tampoco son bien vistas.
«El gobierno debería haber sido más cuidadoso al lidiar con la cuestión de los opositores cubanos, y con Irán eligió una jugada arriesgada para reafirmar el protagonismo de Brasil en la escena internacional», señaló a LA NACION María Herminia Tavares, directora del Instituto de Relaciones Exteriores de la Universidad de San Pablo.
«Reveló una falta de sensibilidad ante la importancia que han cobrado los derechos humanos en la política internacional», agregó.
Así y todo, los analistas consultados no creen que un asunto de política exterior pueda obstaculizar mucho el camino a la presidencia de Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT), designada «heredera» por Lula.
«Al gran público sólo le importa el rumbo económico. Pero será interesante ver cómo se maneja la relación Brasilia-Teherán el año próximo. Si gana Dilma, que no tiene ni el carisma ni el deseo de protagonismo internacional que posee Lula, le será muy difícil mantener este acercamiento «cariñoso» con un régimen que no respeta a las mujeres», apuntó a LA NACION el reconocido diplomático Roberto Abdenur, embajador brasileño en Washington durante el primer gobierno de Lula -se alejó luego por discrepancias con la administración- y hoy consultor sobre asuntos internacionales.
OTRO «NO» DE AHMADINEJAD
TEHERAN (AFP).- El presidente iraní, Mahmoud Ahmadinejad, volvió a rechazar ayer la propuesta de Brasil de ofrecer asilo a Sakineh Mohamadi Ashtiani, la mujer iraní condenada a morir lapidada por adulterio, cuyo caso ha causado indignación internacional. «Creo que no hay necesidad de crearle problemas al presidente Lula ni de llevarla a Brasil», declaró Ahmadinejad en una entrevista televisiva. «Preferimos exportar a Brasil nuestra tecnología y no ese tipo de gente», agregó.