PRENSA

Discurso del presidente de la DAIA, Aldo Donzis en la Embajada de la República Checa

Señor Embajador, apreciados sobrevivientes, amigas y amigos

El 15 de marzo de 1939 las tropas nazis ocuparon la región occidental de Checoslovaquia, hoy República Checa, y la designaron “Protectorado de Bohemia y Moravia”. En la región vivían entonces 118.000 judíos, inmediatamente después de la ocupación se desató una ola de arrestos, y las organizaciones fascistas comenzaron a incendiar sinagogas y atacar judíos en la calles. En junio de 1939 se dictó un decreto excluyendo a los judíos de toda actividad económica y muchas de sus propiedades fueron confiscadas. En ese mismo mes Eichmann estableció en Praga la Oficina Central para la Emigración Judía y hasta octubre de 1941 poco más de 26.000 judíos lograron emigrar legal o ilegalmente.

Al comenzar la Segunda Guerra Mundial en septiembre de 1939 comenzaron las primeras deportaciones. Para el mes de noviembre los niños judíos habían sido expulsados de las escuelas, se obligó a los miembros de la comunidad a proporcionarse su propia educación, atención médica y asistencia social.

Desde noviembre de 1941 hasta marzo de 1945 más de 73.000 judíos fueron recluidos en Theresienstadt o Terezin, de los cuales 60.000 fueron enviados a Auschwitz y otros campos de exterminio.
Solo 3277 de ellos sobrevivieron al terminar la guerra.

Checoslovaquia fue liberada el 5 de mayo de 1945. Solo quedaban 2800 judíos en todo el Protectorado.

Durante la ocupación los nazis se apropiaron de numerosos objetos religiosos y culturales de las comunidades judías de Bohemia y Moravia. Ese saqueo generó la colección de judaica más valiosa de Europa que se exhibe actualmente en el Museo Judío de Praga.

Nuestro compromiso con la memoria, nos impone recordar a nuestros mártires, a comunidades enteras devastadas por la maquinaria de muerte, a los niños asesinados muchas veces frente a sus propios padres. Pero también recordamos con profundo respeto y reconocimiento a los justos que salvaron vidas de nuestros hermanos, exponiendo las propias y demostrando así que el ser humano siempre tiene la opción de elegir la vida, la dignidad y la solidaridad.

Por ello hoy recordamos a dos checos que simbolizaron el compromiso con estos valores.
Milena Jesenská, periodista, escritora y traductora, nacida en Praga, colaboradora de importantes periódicos, traductora de Frans Kafka, se incorporó a la resistencia después de la ocupación nazi de su país, y ayudó a emigrar a numerosos judíos y a refugiados políticos. A pesar de los riesgos, decidió permanecer en Praga y en noviembre de 1939 fue arrestada por la Gestapo y posteriormente deportada al campo de concentración de Ravensbrück en Alemania, donde murió el 17 de mayo de 1944.

Premysl Pitter creó un centro en Zizkov en 1933, donde acogía a niños sin distinción de credos, transformando el lugar en un oasis de libertad y respeto, con una profunda convicción pacifista, durante la ocupación nazi. Trágicamente, pocos de esos niños judíos pudieron sobrevivir, a pesar de los esfuerzos de Pitter. Al finalizar la guerra, el nuevo gobierno checoslovaco lo puso a cargo de ayudar a niños judíos que regresaban solos y traumatizados de los campos de concentración, pero también, en un gesto inimaginable en esa época, también ofreció santuario a niños alemanes abandonados. Pitter murió en 1976 en Zurich, y junto a Milena Jesenská fueron distinguidos por Iad VaShem como Justos de las Naciones. A ellos, que representan lo mejor del espíritu humano, nuestro recuerdo y homenaje.

Nuestra memoria no puede obviar a los asesinos, a los perpetradores y sus cómplices, a los colaboracionistas en aquellos países que el nazismo ocupó, y que en muchos casos participaron entusiastamente de la persecución antijudía, de las vejaciones y atrocidades, y Checoslovaquia no fue una excepción.

Ni olvido ni perdón para quienes participaron del exterminio.

Éste también es un mandato sagrado que nuestros hermanos masacrados nos han transferido y que tenemos el deber de legar a nuestros hijos y nietos.

Señor Embajador, señoras y señores,

Nos sentimos honrados y reconocidos por el hecho que nos hayan abierto las puertas de esta embajada para conmemorar la Shoá y rendir homenaje a nuestros hermanos masacrados por la maquinaria de muerte nazi en la entonces Checoslovaquia, así como honrar a los queridos sobrevivientes que hoy nos acompañan, y que constituyen el testimonio vivo de aquellos años de horror. Una vez más les expresamos nuestra admiración y profundo agradecimiento por su compromiso con la educación de las jóvenes generaciones. Frente a quienes de manera perversa pretenden negar o minimizar la Shoá, ustedes se transforman en la más efectiva denuncia contra estos antisemitas de distintas latitudes, incluido nuestro propio país.

Señor Embajador, sabemos del compromiso democrático de la República Checa, de la participación en la International Task Force para la Recordación de la Shoá y de su compromiso personal con la memoria, que se pone de manifiesto en este acto.

Por ello, reafirmemos juntos nuestra común vocación de honrar la memoria de los mártires denunciando todo intento negacionista, todo acto antisemita, toda violación a los Derechos Humanos.