PRENSA

Discurso para el acto de Iom Hashoá Presidente de la DAIA

Señoras, señores, queridos sobrevivientes,

El 15 de septiembre de 1935 el parlamento alemán reunido en Nuremberg aprobó las leyes raciales que se convirtieron en la base jurídica para la persecución antisemita por parte del régimen nazi.

Se despojó a los judíos alemanes de sus derechos políticos, se prohibieron los casamientos y las relaciones de pareja entre arios y judíos. Al comienzo del régimen nazi se había exceptuado de la discriminación a los veteranos y héroes judíos de la primera Guerra Mundial. Las leyes de Nuremberg anularon esas excepciones, en absoluta coherencia con la ideología perversa de la que estaba imbuido el nazismo: la persecución antisemita nada tenía que ver con lo que los judíos hicieran o dejaran de hacer. La persecución estaba basada en la sola razón de existir.

La humanidad ha padecido diversos genocidios y cada uno de ellos constituye una afrenta a la condición humana, una masiva violación de los derechos humanos con su doloroso saldo de víctimas y familias destruidas.

¿Por qué entonces reafirmar la singularidad de la Shoá?

Primero les dijeron a nuestros hermanos “no pueden vivir entre nosotros como judíos”.

Posteriormente, “no pueden vivir entre nosotros”.

Finalmente, “no pueden vivir”.

El pueblo judío ha sido el único destinado al exterminio total. Aún antes de nacer, cada judío, en Noruega o en Polonia, en Nueva York o en Buenos Aires, estaba destinado a ser exterminado si el régimen nazi hubiera logrado su propósito de dominio global.

Ningún otro pueblo comparte ese sino.

Jamás ha existido un pueblo tan abandonado en los momentos de infortunio, cuando clamaba por ayuda y rescate. Incluso al finalizar la guerra, nuestros hermanos no tenían una patria adonde ir, y en muchos casos ni siquiera la propia patria adonde retornar.

Quizás la singularidad de la Shoá esté relacionada con que Auschwitz no se puede comprender, no se debe comprender, porque comprender implica casi justificar.

Si comprender es imposible, conocer es imprescindible, porque lo sucedido puede volver a suceder.

Frente a esta imposibilidad de aprehender lo inconmensurable de la tragedia, nos enfrentamos al agravio de los negadores de la Shoá, de los que pretenden minimizarla y banalizarla.

Entre estos están quienes hacen un uso perverso de la memoria del Holocausto como toma de posición frente al conflicto del Medio Oriente.

Digámoslo sin eufemismos: ello constituye una degradación siniestra de la moralidad y la punta de lanza de un pensamiento profundamente antisemita y fascista, aunque algunos de sus cultores se disfracen con ropajes progresistas.

Banalizar a las víctimas de la Shoá es una forma de volver a matarlas. El rigor histórico es siempre una obligación científica, pero respecto al Holocausto es esencialmente una exigencia moral.

Al recordar a nuestros mártires, a los valientes luchadores de los ghettos, a quienes resistieron heroicamente, a los héroes anónimos, a los justos no judíos que arriesgaron sus vidas para proteger otras vidas, rendimos tributo a los valores más excelsos de la persona humana.

Pero también recordamos a los verdugos, a los jerarcas del régimen nazi y a los ciudadanos comunes que cumplieron diligentemente las órdenes, a los encubridores, a los colaboracionistas, a los juristas que promulgaron leyes raciales y profanaron la justicia, a los indiferentes, a todos aquellos que participaron en mayor o menor grado de la maquinaria de muerte del régimen que representó el mal absoluto, y para quienes nunca habrá perdón ni olvido.

No podemos omitir en esta conmemoración que nos congrega año a año el hecho que seguimos asistiendo en nuestros días, en nuestra Argentina, a episodios reiterados de ataques antisemitas.

Cementerios profanados en diversas ciudades, agravios contra quienes se congregaron para celebrar la festividad de Pesaj, nuestra pascua, en Santa Teresita, blogs agraviantes en Internet, diseminados profusamente a través de las páginas de diversos medios periodísticos, plenos de incitación al odio antijudío, y que cobraran especial notoriedad por haber agraviado al embajador argentino en Washington, expresiones públicas que bajo un pretendido antisionismo no son más que la cara vergonzante del antisemitismo de siempre, pintadas callejeras de carácter nazi, constituyen un siniestro muestrario que nos debe avergonzar como ciudadanos de una democracia.

¿Cómo se explican las reiteradas actitudes de quien se presenta como dirigente social, en nombre de quienes sufren carencias y privaciones, y se abraza con un prófugo de la justicia argentina, acusado de haber sido uno de los máximos responsables del mas grave atentado terrorista contra ciudadanos argentinos que se haya registrado en el país?

Hemos condenado públicamente el accionar de Luis D´Elía, agravado por el hecho de haber estado acompañado en Teherán por su esposa, quien es legisladora provincial.

Señora diputada, usted ha sido votada por ciudadanos argentinos para representarlos, no para abrazar a sus victimarios.

Justo es señalar que la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados de la Nación aprobó pocos días atrás por unanimidad un dictamen que rechaza lo actuado por D´Elía en Irán y solicita informes al Poder Ejecutivo sobre si el viaje a Teherán fue financiando por el Estado. Confiamos en que habrá adecuada respuesta a esta inquietud, que es compartida por muchos conciudadanos.

La educación sobre la Shoá constituye un capitulo esencial del compromiso con la memoria.

Queremos señalar nuestro profundo beneplácito por la concreción del seminario organizado en acuerdo con el Memorial de la Shoá de París, que tuviera lugar a fines de enero pasado, impulsado por la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto y el Ministerio de Educación. A dicho encuentro, denominado La Shoá y los Genocidios o crímenes contra la Humanidad, asistieron 25 jueces de la nación, de distintos fueros, incluyendo camaristas y magistrados federales, y funcionarios de la Secretaría de Derechos Humanos, quienes posteriormente viajaron a Cracovia y visitaron el campo de exterminio de Auschwitz- Birkenau. Esta iniciativa sin precedentes estimula una visión esperanzada de poder generar una nueva conciencia en un ámbito tan trascendente como el señalado, para avanzar así en el imprescindible camino de desterrar actitudes discriminatorias y antisemitas que aún persisten en ciertos sectores de la justicia.

En el mismo sentido, valoramos recientes fallos judiciales que condenaron a cumplir diversas penas a quienes profirieron agravios antisemitas durante manifestaciones callejeras, pretendidamente escudadas en un ataque al Estado de Israel.

Con la misma autoridad moral que denunciamos la impunidad frente a hechos graves, valoramos lo actuado por la justicia en estos casos, que debiera ser imitado en tantos otros episodios discriminatorios y antisemitas.

Señoras, señores,

Adorno señalaba que “Dejar hablar al sufrimiento es la condición de toda verdad”.

En ustedes, queridos sobrevivientes, rendimos homenaje a todos aquellos que transitaron el horror de los campos, a los jóvenes héroes del Guetto de Varsovia, a quienes fueron masacrados, a todos aquellos que trabajan incansablemente para contar lo ocurrido, para educar a nuestros jóvenes, para construir una sociedad mejor, respetuosa de las particularidades, que no admita en su seno el odio, la exclusión, la discriminación, la xenofobia, el antisemitismo.

Por eso vuestro testimonio y su transmisión de generación en generación deberían iluminar las mentes y los corazones, para que nunca mas los seres humanos sean indiferentes frente a la persecución y el odio contra sus congéneres, sea quien fuere la víctima, sea quien fuere el victimario.

Rindamos tributo a los mártires honrando la vida.