PRENSA

Embajada: Gobierno volvió a acusar a Irán por atentados

Los ministros Carlos Tomada (Trabajo), Alberto Sileoni (Educación); el secretario de Culto, Guillermo Oliveri; el ministro de Justicia, Julio Alak; su par porteño, Guillermo Montenegro; el secretario de Gobierno de la Ciudad, Marcos Peña; el embajador Daniel Gazit; la embajadora de Estados Unidos, Vilma Martínez; y el ministro de Seguridad israelí, Yitzhak Aharonovich, escuchan al canciller Jorge Taiana.El Gobierno atribuyó nuevamente a la intransigencia iraní el fracaso de la reunión en la sede de Interpol en Lyon para lograr la detención de los ciudadanos de ese origen que tomaron parte del atentado contra la AMIA. El canciller Jorge Taiana -tras calificar de Estado amigo a Israel- dijo que «cualquiera que intente negar la Shoá (usó la palabra hebrea para designar el Holocausto) recibirá nuestra condena».

El discurso de Taiana fue el más duro de los que se escucharon ayer en el acto en que se recordaron los 18 años del ataque terrorista que destruyó la embajada israelí en Arroyo y Suipacha. El martes 17 de marzo de 1992 una camioneta cargada de explosivos demolió la casona que ocupaba la representación del Estado hebreo; causó 29 muertos y centenares de heridos, además de gravísimos daños en edificios y predios de los alrededores. Entre ellos, la iglesia y asilo de ancianos Mater Admirabilis, cuyas campanas -como es tradición ya- dieron inicio al acto.

El embajador Daniel Gazit eligió un tono intimista y cabalístico (explicó que el valor numérico de la letra «jai», que quiere decir «vida», es «18», y que eso simbolizaba que las «29» víctimas fatales del atentado seguían vivas), en tanto el ministro de Seguridad Interior de Israel, Yitzhak Aharonovitch, no hizo mención explícita al régimen de Teherán cuando pidió que el mundo se una en el combate contra los países que prohijan el terrorismo.

A diferencia de lo que esperaban los propios organizadores del acto, la cantidad de gente que se agrupó frente al palco levantado en la plaza seca Embajada de Israel fue superior a la de años anteriores, en parte por la presencia de delegaciones de siete colegios de la red escolar judía. También fue notable la presencia de turistas extranjeros que se acercaron al acto, mezcla de curiosidad y homenaje.

Además de Taiana, el Gobierno envió a otros tres ministros: Carlos Tomada (Trabajo), Alberto Sileoni (Educación) y Julio Alak, quien le dijo a este diario que «la principal tarea que tiene el jefe de la Policía Federal en su condición de vicepresidente de Interpol es que se mantenga la circular roja para los iraníes acusados por el atentado contra AMIA».

Fue notoria la ausencia de Mauricio Macri; su ministro de Seguridad y Justicia, Guillermo Montenegro, dijo a este diario que estaba en un chequeo médico. La razón quizás haya que buscarla en las cicatrices no cerradas que dejó en parte de la comunidad judeo-argentina el frustrado nombramiento del cuestionado comisario Jorge «Fino» Palacios al frente de la Policía porteña. Macri envió, además, a su secretario de Gobierno, Marcos Peña.

También se mezclaron entre el público los ex jefes de Gobierno Aníbal Ibarra y Jorge Telerman, el secretario de Culto Guillermo Olivieri, la embajadora de Estados Unidos Vilma Martínez, los presidentes Aldo Donzis (DAIA), Guillermo Borger (AMIA) y Carlos Frauman (OSA), y otros dirigentes comunitarios. No hubo legisladores: las urgencias en el Congreso causaron el masivo faltazo de diputados y senadores que suelen concurrir a este homenaje anual, pero que también recuerda que nunca se acusó a nadie por el atentado.

El embajador israelí y otros funcionarios de su Gobierno han acusado reiteradamente a Irán y al grupo terrorista Hizbollah por el hecho, pero la Corte Suprema (encargada de la investigación por tratarse de un delito contra otro Estado) nunca avanzó en la causa, sean cuales hayan sido sus miembros.

Aharonovitch causó cierto escozor cuando, tras explicar que los terroristas habían cometido el atentado para matar la mayor cantidad de judíos e israelíes posibles, agregó que «también murieron ciudadanos argentinos inocentes. El terrorismo no distingue entre una sangre y otra. Las organizaciones terroristas no tienen un programa estratégico para hacer atentados; los realizan de acuerdo a la capacidad y la oportunidad para llevarlos a cabo».

Después aseguró que «para que nunca más haya víctimas, judías o no, del terrorismo, el único camino es enfrentarlo, fuertes y unidos. Israel es un Estado que anhela la paz, y está dispuesta a hacer concesiones dolorosísimas para lograrla, salvo una cosa: comprometer su seguridad y la de sus ciudadanos».

Los familiares de dos de las víctimas (uno de apellido Klein tuvo a sus padres al borde de la muerte pero sobrevivieron; otro, de apellido Lanzioni, no tuvo esa fortuna y perdió a su padre) conmovieron a la gente con sus recuerdos de ese día trágico y precursor de lo que sería -dos años más tarde- el peor atentado terrorista de la historia argentina. En ambos casos, 18 y 16 años después, la Argentina sigue en deuda con esos muertos y sus familias.