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“Los judíos fueron el grupo civil que más resistió el nazismo”

Zenus Wang no es un desaparecido argentino, ni vivió los años ’70. Diana y Zenus nunca se conocieron. Diana conserva de Zenus una sola foto.
Zenus nació el 29 de agosto de 1939 en Drohobycz o Stryj, Polonia.
En 1941, Cesia y Mesio decidieron dar a su hijo en adopción para liberarlo de las garras del nazismo.

Se escondieron en Stryj, en la casa de los Zachodny, amigos no judíos, y permanecieron encerrados en un altillo durante más de dos años. Cuando su familia, desgarrada, sin Zenus, llegó a la Argentina en 1947 se presentaron como católicos porque secretamente estaba en vigencia la Circular 11 de 1938, por la cual José María Cantilo, ministro de Relaciones Exteriores y Culto de la Nación, exigía a los cónsules argentinos negar el visado a los judíos europeos que habían sobrevivido a la Shoá, el genocidio nazi.
En 1997, un grupo de sobrevivientes niños del exterminio nazi decidió congregarse para contarse historias y perpetuar el legado. La organización Generaciones de la Shoá en Argentina estimula entre otras cosas la enseñanza de la Shoá en todas las escuelas y su transmisión como fuente de educación de conciencia cívica y social.

Diana Wang es hoy su presidenta.“ Tenemos varios programas tendientes a mantener viva la memoria, entre ellos el Programa Aprendiz por el cual un joven asume la responsabilidad de conocer y comprometerse con un sobreviviente, hacer suya su historia y contarla durante varias décadas manteniendo vivo el relato y abierta la emoción”.

–¿Es correcto hablar de “Holocausto”? –No. Holocausto es un ritual que un grupo humano realiza voluntariamente, en el cual entrega una víctima propiciatoria al fuego –generalmente un animal– con el objetivo de que las divinidades les perdonen las inconductas en las que habrán incurrido. Es inadecuado llamar así al asesinato planificado del pueblo judío, porque no sólo que no fue voluntario sino que la idea de que se ofrecieran como víctimas para purificarse termina siendo una grave ofensa a la memoria de los asesinados. “Holocausto” pone la responsabilidad en las víctimas.

–¿Desde cuándo se instaló esta conceptualización? –Luego de hacerse público el horror de la cremación de los muertos en las cámaras de gas, la imagen del fuego se impuso por su fuerza destructiva. Esa imagen fue el combustible que propuso y mantuvo la palabra holocausto. La serie televisiva Holocausto en los ’70 difundió esa palabra y la hizo masiva. En los primeros años de posguerra, no había una palabra específica. Entre los sobrevivientes se decía “La guerra”, para diferenciarla de otras. Años más tarde, una vez que el impacto del horror fue menguando y se pudo empezar a pensar, se propuso la palabra “Shoá”, más neutra, tan sólo descriptiva, que significa desolación, desierto, devastación.

–¿En qué radica la originalidad del genocidio judío a manos de los nazis? –Básicamente, en sus motivaciones y propósitos. No en la cantidad de muertos, no en el ensañamiento ni en la humillación. Su fundamento era la erradicación de la raza judía de la especie humana.

El asesinato, en consecuencia, no tenía fronteras. Los judíos serían buscados y asesinados donde fuera que se encontraran. Tampoco había posibilidad de dejar de ser judío porque el concepto de raza definía algo genético, de la sangre, sin conversión ni cambio posible. Son estos dos conceptos inéditos que hacen a la Shoá única, porque todos los judíos del mundo, aun los convertidos, iban a ser asesinados. Se proponían mejorar la raza, como se hace con los caballos. Un propósito planetario, basado en una superchería, en una falsa propuesta científica.

El proyecto de genoma humano ha probado sin lugar a dudas que la idea de raza no es aplicable a los humanos.

–¿Cuáles son los prejuicios antijudíos que todavía persisten? –Un prejuicio, la naturaleza misma de los prejuicios, no es racional.

El prejuicio antijudío está vigente. El antisemitismo es parte de la cultura occidental cristiana; hay quienes dicen que es una de sus columnas. Está presente de manera activa a partir del imperio romano de Constantino en el siglo IV, que impuso la cruz con sus dos espadas cruzadas como símbolo (“Con esta cruz vencerás” fue el mandato que legó al mundo).Desde allí, se comenzó a construir al judío como el anti-modelo.

–¿Es lo mismo decir antisemita, nazi o antijudío? –Primero fue el antijudaísmo, una oposición religiosa; luego se le agregaron conceptos culturales. En el siglo XIX las teorías raciales lo volvieron biológico; así comienza a ser antisemitismo. Lo curioso es que lo ario y lo semita son ideas provenientes de la lingüística. Hay lenguas con raíces arias y lenguas con raíces semitas. Estas últimas son el hebreo y el árabe, por ejemplo, con lo cual los árabes son tan semitas como los judíos. Lo lingüístico se trasladó alegremente a lo biológico y así fue tomado por la comunidad científica del momento, basada en el fuerte sentimiento antijudío que formaba parte de su educación. Nazi es una persona que, además de antijudía y antisemita, adhiere a los ideales del nazismo que propugnaba la reingeniería social y humana, la construcción de superhombres, de entidades superiores que regirían el planeta. Claro que de ahí estaban excluidos los negros, los marrones, los amarillos, los rojos, los homosexuales, los gitanos, los eslavos, los hispánicos, los latinos… ¿Cuántos nazis de la actualidad saben que la teoría que apoyan aboga por su propia destrucción?
–¿Qué estética de la memoria legitima la creencia de que durante el nazismo los judíos fueron a los campos de concentración “como rebaño al matadero”? –La desdichada frase «como ovejas al matadero» que connota la idea de la cobardía judía, de la pasividad, casi de la estupidez, fue sacada de contexto de un encendido discurso de (el poeta y partisano lituano) Abba Kovner llamando a la rebelión en el gueto de Vilna. A poco de terminada la Shoá se comenzaron a difundir los horrores de la industria de la muerte y se vieron las filas de judíos esperando subir a los vagones de carga. Y la pregunta era: “¿Cómo estaban ahí parados sin indicios de lucha?, ¿cómo se dejaban llevar?”.Una pregunta desgarradora.

No se sabía de dónde venían esos judíos que estaban en la fila, el grado de penurias pasadas.

No se sabía que estaban siendo engañados, que pensaban que iban a algún sitio en donde estarían mejor que en los guetos de hambre, tifus y hacinamiento. No se sabía que muchos se habían rebelado y habían sido muertos en el acto sembrando el terror en los demás que tenían a sus hijos consigo, a sus familiares más débiles, a los que tenían que proteger…No se sabían muchas cosas todavía. El mundo miró con estupor esas filas de personas que iban a su propia destrucción. Todos somos sabios leyendo el diario del lunes. Recordemos las filas de personas entregando sus cadenitas de oro y sus medallitas para la guerra de Malvinas; recordemos la fila de voluntarios para ir al combate. No es lo mismo, claro, pero se le parece un poco. No sólo los judíos no se comportaron como ovejas sino que, por el contrario, fueron el grupo humano civil que más resistencia le opuso al nazismo.