PRENSA

«Más que hablar, Israel y Palestina deberían escucharse»

«Dialogar no es sólo hablar, sino escuchar al otro, reconocer el dolor, el sufrimiento, las esperanzas del otro. Israelíes y palestinos deben hablar y deben escucharse», dice Paul Mendes Flohr, sin abandonar su sonrisa, mientras sus ojos celestes se achinan detrás de sus lentes transparentes.
Llegado a la Argentina por invitación de las fundaciones Pardes y David Calles para participar en distintas conferencias en universidades nacionales e instituciones judías, el destacado profesor norteamericano de historia del pensamiento judío de la Universidad Hebrea de Jerusalén trajo consigo sus desafiantes perspectivas sobre el conflictivo diálogo entre israelíes y palestinos.
Sus posturas resultan coincidentes con las de su admirado Martin Buber, el célebre pensador judeoalemán, que afirmaba que la cuestión árabe es también una cuestión judía, porque pone a prueba los valores y el humanismo judíos». Docente en la Universidad de Chicago y autor de una veintena de libros, Mendes Flohr dice, a los 68 años, que no es optimista pero que está «esperanzado» en el éxito final de las negociaciones de paz entre israelíes y palestinos.
-¿Cuáles son las huellas, si es que las hay, del pensamiento de Buber en el conflicto actual de Medio Oriente?
-Buber sigue teniendo influencia en la vida intelectual judía en Israel, y hay una reactivación de su pensamiento en las universidades por su visión del conflicto árabe-israelí. Durante la primera intifada, y un poco menos durante la segunda, se desarrolló un movimiento formado por muchísimos judíos israelíes, cristianos y musulmanes, que abogaban por un verdadero diálogo con los palestinos. Se llamaban a sí mismos, justamente, grupos de diálogo, y el mensaje se centraba en escuchar la narración del otro. Desafortunadamente, estos grupos no tuvieron la influencia que hubieran querido tener; pero siguen trabajando en el camino del diálogo.
-¿Cuál es la reacción de los alumnos de las universidades israelíes ante las propuestas de diálogo?
-La universidad genera, de por sí, una atmósfera liberal y más pluralista. Los estudiantes, en general, están más abiertos al diálogo que el resto de la sociedad, aunque en las facultades de economía y negocios son más tendientes a la derecha, y en las de filosofía y humanidades, más hacia la izquierda.
-Del lado israelí se dice que no hay con quién dialogar del lado palestino. ¿Coincide?
-No. Esto es parte del pensamiento de quienes quieren paz con dominación, o sin los palestinos. La Autoridad Nacional Palestina, que encabeza Abu Mazen, es pragmática y realista. El grupo Hamas es muy popular entre los pobres, los refugiados y los desplazados de Gaza, pero en la margen occidental la cuestión es diferente.
-Usted habla de una «visión trágica» del conflicto árabe-judio, de quienes sostienen que no es posible que ambos pueblos ganen.
-Buber se oponía a esta versión, porque llevaba necesariamente a la conclusión de que no había solución para el conflicto. La situación es extremadamente difícil, pero no trágica. Hay esperanzas, no optimismo. Filosóficamente, la esperanza es una visión sobre una mejor realidad, mientras que el optimismo varía de acuerdo a la emocional, al corto plazo. La esperanza es una virtud humana; el optimismo es un defecto.
-Había temor, en el sionismo cultural de principios del siglo XX, de que Israel se convirtiera en un país como cualquier otro, con bandera, ejército, medallas. ¿Qué pasó, en realidad?
-Buena pregunta. Hay un conflicto en el alma de los judíos que viven en Israel alrededor de este tema. Por un lado, está la idea de ser un país como cualquier otro; por otro, un rechazo al nacionalismo. Le doy un ejemplo: los desfiles militares del Día de la Independencia, que eran muy populares en las décadas del cincuenta y sesenta, fueron suspendidos desde hace quince años. A la gente no le gustaba verlos.
-Dice que hay interlocutores, pero los grupos fundamentalistas palestinos han crecido…
-Es cierto que Hamas tiene poder y es un grupo violento, y que está en contra de la existencia del Estado de Israel, pero no es la única voz entre los palestinos. Barack Obama está presionando a Benjamin Netanyahu para que reconozca definitivamente la voz moderada de Abu Mazen. Desde ya, no es sólo un problema específico entre Israel y Palestina. Este conflicto ha agravado otros, como las relaciones con Irak e Irán. Ayudar a solucionar este conflicto sería una de las llaves más importantes para comenzar a resolver los otros, y eso Obama lo sabe.
-Israel tiene mala imagen en la izquierda europea, y también en la izquierda argentina. ¿Cómo explica esto?
-Hay que distinguir las críticas a políticas del Estado judío de las críticas al sionismo como movimiento político. Cuando se toman las simbologías antisemitas, los estereotipos, para atacar a Israel, debemos repudiarlo. Criticar al gobierno de Israel, como lo hago yo, ayuda a reconstruir y reconciliar a los israelíes con los palestinos.
-¿Cuál debería ser el diálogo verdadero, y sobre qué bases?
-El diálogo que se lleva adelante hoy debería tomar en cuenta la defensa de la propiedad de los árabes en lo que hace a los asentamientos en los territorios palestinos. Dialogar no es sólo hablar, sino escuchar al otro, reconocer el dolor, el sufrimiento, las esperanzas del otro. En mi experiencia en el diálogo con los palestinos, aprendí que la mayor contribución que podemos hacer como judíos israelíes es atender no sólo las cuestiones políticas, sino también las humanas de ambos lados. Los palestinos también deberían reconocer el dolor y la carga histórica que llevamos los judíos israelíes.
-¿De qué manera podrían reconocerlo, en estos tiempos de rivalidades?
-Con acciones concretas. Le cuento una: organicé para un grupo de amigos palestinos una visita a Yad Vashem, el museo del Holocausto en Jerusalén, y los impactó mucho. Ver en el terreno el sufrimiento del otro es una buena manera de cambiar actitudes.
El personaje

PAUL MENDES FLOHR

Historiador y filósofo
• Edad: 68 años.
• Origen: Estados Unidos.
• Trayectoria: se doctoró en la Universidad Brandeis. Se especializó en la historia judía. Fue editor en jefe de la obra en alemán de Martin Buber y de diversos estudios literarios judeo-alemanes.
• Libros: El judío en el mundo moderno, Del misticismo al diálogo, Franz Rosenzweig y la posibilidad de una teología judía, Vida de Moisés Mendelssohn.