PRENSA

Discurso del presidente de la DAIA, Embajada de Lituania

Señor Embajador, señor Presidente de Sherith Hapleitá, queridos sobrevivientes, señoras y señores:

Hoy nos congregamos en la sede de la Asociación Israelita de Sobrevivientes de la Persecución Nazi, junto a la representación diplomática de la República de Lituania, para rendir homenaje a las víctimas de la Shoá. Este sitio es un símbolo para la preservación de la memoria, y constituye un lugar emblemático, ya que reúne a nuestros hermanos que atravesaron el horror de los campos de concentración y exterminio, que lucharon por sobrevivir y por honrar el sagrado legado de los caídos.

Lituania congregaba, antes de la Segunda Guerra Mundial, una gran comunidad judía, cuyas raíces se remontan al siglo XIV de la era común. A partir del Siglo XVII sus academias rabínicas, sus ieshivot adquirieron renombre mundial, y durante el siglo XIX constituyó un centro de cultura, religión judía y sionismo. Para fines de 1939 la población judía de Lituania era cercana a 170.000 almas, entre los cuales se encontraban 15.000 refugiados que habían huido de la Polonia ocupada por los nazis.

El 22 de junio de 1941 la Alemania nazi invadió la Unión Soviética y los territorios bajo su dominio, entre los que se encontraba Lituania. La mayoría de su población dio la bienvenida a los alemanes y muchos colaboraron con los invasores. Aún antes que los nazis completaran la ocupación, se perpetraron pogroms antijudíos por parte de lituanos en más de 40 localidades, hiriendo, violando y asesinando a nuestros hermanos y hermanas.

En julio de 1941, 5.000 judíos varones fueron arrestados por la S.S. y colaboracionistas lituanos y ejecutados en el Bosque de Ponar, en las afueras de Vilna. La mayor parte del proceso de aniquilación del judaísmo lituano, desde la captura, custodia y transporte a los sitios de exterminio, estuvo a cabo de soldados y policías lituanos.

Durante el verano boreal de 1941 fueron asesinados casi todos los judíos de las provincias y en los meses siguientes fue exterminada la mayor parte de los que estaban confinados en guetos en las grandes ciudades.

Cuando Alemania se rindió a los aliados en 1945, el 85% del judaísmo lituano había sido exterminado.

Al recordar, al poner de manifiesto nuestro dolor por la pérdida inconmensurable que sufrió nuestro pueblo, honramos la memoria de las víctimas y de los héroes que combatieron con enorme valor y profunda dignidad contra los verdugos. Así recordamos a la Organización Partisana Unida de Vilna, creada en enero de 1942 e integrada por miembros de los movimientos juveniles del gueto. Volaban vías férreas utilizadas por los trenes nazis, saboteaban armas y equipos en las fábricas donde trabajaban sus miembros y falsificaban documentos de identidad para sus hermanos judíos. Saludamos a los heroicos combatientes, símbolo del compromiso de la juventud judía y sionista.

Así como muchos colaboracionistas participaban activamente de los crímenes, hubo quienes hicieron honor a la condición humana, los justos no judíos, que salvaron vidas arriesgando la propia.

Recordemos a Petras Baublys, pediatra y director de un orfanato en Kovno, quien albergó y protegió a decenas de niños y bebés judíos en su orfanato, y por ellos fue distinguido por Yad Vashem en 1977.

También a Anna Borkowska, Madre Superiora de un convento de monjas cercano a Vilna. Escondió en su convento a jóvenes integrantes de los movimientos sionistas, colaboró con la resistencia del Gueto de Vilna introduciendo armas en forma clandestina. En 1943 fue arrestada, clausuraron el convento, pero sobrevivió a la guerra y también recibió la distinción del Yad Vashem.

Ellos constituyen un ejemplo que debe ser resaltado, pues representaron lo mejor de la condición humana.

Unas pocas palabras de homenaje a un joven judío, poeta y partisano, oriundo de Vilna, que ha inmortalizado estrofas muy caras a nuestros sentimientos, y en especial al de ustedes, queridos sobrevivientes. Me refiero a Hirsh Glik, autor del Himno de los Partisanos, asesinado en 1944, a los 22 años de edad.
Señor Embajador, queridos amigos: Es significativo que la Embajada de la República de Lituania acompañe a la DAIA en la convocatoria que hoy nos reúne. El compromiso común de recordar, de honrar a los mártires y denunciar sin ambigüedades a los verdugos y a quienes pretenden justificarlos o emularlos, constituye un reaseguro contra los negadores de la Shoá. Brindemos permanente testimonio del horror y de nuestra lucha inclaudicable contra el odio y la persecución.